Juan Bautista
Juan Bautista comenzó
predicar la pronta llegada del Mesías y a
bautizar a quienes lo escuchaban en las aguas del Jordán. Cuando Jesús fue
bautizado por Juan (que era primo suyo), hubo según los evangelistas un signo
celestial que lo señaló como hijo de Dios.
Antes de iniciar su propio
ministerio, Jesús se retiró al desierto un período "de cuarenta
días", durante los cuales, según la narración evangélica, ayunó y puso a
prueba su fortaleza espiritual ante las tentaciones del demonio.
A su regreso del desierto, Jesús inició la divulgación de su doctrina en solitario, dándose a
conocer en la sinagoga, a la que acudía todos los sábados. Un día lo hizo en su
pueblo. Escogió una lectura del profeta Isaías que prefigura al Mesías, el
ungido de Dios que anunciaría a los pobres la Buena Nueva y que daría la
libertad a los oprimidos. Les dijo que era él
de quien el
profeta Les dijo que era
él de quien el hablaba. Fue denostado por tamaña soberbia (todos sabían que era
el hijo de José) e intentaron despeñarle.
Sería el destino de todo su
ministerio: la incomprensión de los suyos, que culminaría con la traición de
uno de sus discípulos predilectos. Pero pronto sus predicaciones convocaron a
su alrededor multitudes a las que enseñaba mediante parábolas, obrando a la vez
milagros que llenaban de asombro y alimentaban la fe en su doctrina.

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