Cuando ya se hacía tarde se le acercaron los discípulos y le dijeron que despidiera a la gente para que fuese a las ciudades vecinas a comprar comida, pero Él respondió: "Denles de comer ustedes mismos" Ante la aparente imposibilidad de hacerlo,
(Un denario podía bien conformar el jornal de un trabajador), mientras que Andrés el Apóstol encontró a un niño que tenía cinco panes de cebada y dos pescados.
Sin preocuparse, Jesús ordenó que todos se sentaran en grupos de cien y de cincuenta.
Luego Tomó los cinco panes y los dos peces, pronunció la bendición, y se los dio a sus discípulos para que los distribuyeran entre las personas.
Los que comieron fueron cinco mil hombres, pero sin contar a las mujeres ni a los niños. Cuando todos quedaron saciados, el Cristo ordenó:
"Recojan los
pedazos que sobran, para que no se pierda nada" y se juntaron doce canastas de sobras.
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