Jesús expulsa del Templo a los
mercaderes.
Se acercaba la Pascua de los judíos. Jesús subió a Jerusalén, y halló en
el templo vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y cambistas sentados. Hizo un
azote de cuerdas, y los echó a todos del Templo con las ovejas y los bueyes,
tiró las monedas de los cambistas y volcó las mesas. Y dijo a los vendedores de
palomas:
“Quitad esto de aquí: no hagáis de la
casa de mi Padre un mercado.” Sus discípulos se acordaron que está
escrito: “El celo de tu casa me devora”.
Por eso, cuando resucitó de entre los
muertos, se acordaron sus discípulos que ya lo había dicho, y creyeron en la
Escritura y en la palabra de Jesús.
El único acto de violencia que el Evangelio presenta en el comportamiento de Jesús
sucede en defensa de la dignidad del Templo de Dios.
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